Lo femenino resuelve los problemas hablándolos, lo masculino pensándolos

La mujer resuelve los problemas hablándolos, el hombre pensándolos en silencio.

Un tema común de las conversaciones entre hombres es la manera casi inacabable de hablar de las mujeres. Para ellos resulta incomprensible la capacidad que ellas poseen para lanzar todo un torrente de palabras en las que se tratan cantidad de temas, muchos de ellos triviales para el varón y que en el fondo parecen no versar sobre nada que de verdad sea importante. A ellos les desespera y a ellas les duele la falta de interés que éstos muestran.
Y es que nuevamente estamos ante una diferencia esencial entre los sexos. La mujer resuelve sus cuestiones echándolas afuera por medio de las palabras, además de que considera un signo de amistad y de confianza hablar largamente con alguien sobre todo tipo de temas. El hombre, por el contrario, considera la conversación como un modo de comunicar información útil y con contenidos dirigidos a algún fin, por lo que la verborrea femenina les resulta abrumadora.
Muchos problemas de las parejas y de la lucha de sexos se acabarían si todos tuviesen claro que el fin de la mujer cuando habla es principalmente entablar relaciones y fortalecer amistades, mientras que para el hombre consiste en relacionar hechos para transmitir una información útil.
Cuando hablamos de los cerebros como cajas hablamos del almacenamiento de la información. El hombre almacena la información en el cajón correspondiente y la usará cuando sea necesario utilizarla, en el orden que sea preciso y sin mezclar un cajón con otro. El cerebro femenino colocará cualquier información dentro de la caja donde están mezclados todos los temas de la vida, de forma que estarán siempre rondando por la cabeza y usará todos a la vez, pues todos estarán interrelacionados.
La mujer necesita exteriorizar lo mejor posible y en voz alta sus problemas para resolverlos y organizar su vida. Comentando sus asuntos, va ella misma encontrando las soluciones. El hombre, por el contrario, piensa en silencio, halla la solución adecuada y la aplica.
Esto conlleva que los hombres no soporten a las mujeres cuando hablan y hablan sin parar acerca de una variedad aparentemente inconexa de asuntos que ellos consideran intrascendentes. Por su parte, ellas consideran que los hombres, al hablar tan poco y no comentar sus problemas, no las quieren y no les agradecen lo amables que ellas son al comentarles todos los asuntos de su vida.
Cuando no se conoce esta estructura cerebral, nos enfrentamos a otro problema en el que la buena voluntad de ayudar al otro, se convierte en una situación de choque y tensión. Cuando una mujer quiere solucionar un problema y lo echa afuera hablándolo, no está buscando que el varón le encuentre una solución por separado de cada situación, sino que trata de expresarlos dado que el simple hecho de manifestarlos y comentarlos, le va otorgando soluciones globales o incluso los hace desaparecer por arte de magia.
Si el hombre no conoce su forma de actuar, pondrá toda su buena voluntad para aportarle soluciones a cada uno de esos problemas que a él le parecen triviales y facilísimos. Para ello la interrumpirá continuamente con sus soluciones y no hará otra cosa que desesperar a la mujer, que lo único que necesita es ser escuchada para sacar adelante sus temas.
Al final, al hombre le parecerá que ella es tonta porque no acepta sus cabales propuestas para sus cuitas, y la mujer sentirá que es un insensible porque no la quiere escuchar, que no la entiende o que, peor aún, ya no la quiere.
Al hombre por su parte, cuando tiene problemas, le gusta sentarse a pensar en silencio. Su diálogo es interno y consiste en ir abriendo los cajones mentales para relacionar la información que cada uno de ellos pueda contener respecto al tema en cuestión. La palabra clave para ello es el silencio. El hombre abre el cajón del silencio y cierra todo lo demás. Necesita tranquilidad y paz, ausencia de ruidos y alejamiento de cualquier evento que le pueda distraer. La mujer que desconoce esta faceta masculina, acude a él con toda su buena voluntad, le da pena al verlo apartado y en silencio, piensa que está triste y que necesita…..¡conversación! El drama está servido.
Cuando acude presurosa a ver qué le ocurre y tratar de que exprese lo que lleva dentro, se sentirá orgullosa de demostrarle lo mucho que lo quiere al ofrecer sus comprensivas palabras y sus oídos. Está segura de que le alegrará la vida hablándole y ofreciéndole la oportunidad de comentar sus problemas. Él por su parte se preguntará porqué no se calla de una vez y le deja pensar en paz.
Muchas cosas cambiarían en las parejas si los hombres comprendieran que cuando una mujer les habla, está emitiendo un signo de confianza y cariño y que si está en silencio es signo de que está enfadada o ha perdido la confianza en el varón.
Muchas cosas cambiarían en las parejas si las mujeres comprendieran que los hombres tienen entre los cajones de su mente uno que dice “silencio” y que cuando lo abren son felices en él, resolviendo calmadamente sus cuitas. Si respetas esa quietud te lo agradecerá en el alma y sentirá que lo quieres de verdad.
Todo esto se agudiza en las situaciones de estrés. Cuando la mujer está bajo presión, se la quita de encima volviéndose aún más parlanchina y le oprime la urgencia de que se la escuche. El hombre, en esa misma situación, se encierra más aún en su silencio y detesta con toda su alma que alguien ose interrumpirle.
Probablemente los hombres nunca entiendan las reuniones de mujeres en las que pueden hablar cinco al mismo tiempo, cada una sobre un tema diverso, y acaban todas entendiendo todo. Para ellos es simple y sencillamente imposible. Igualmente, es probable que la mayoría de las mujeres nunca entiendan que los hombres puedan ir a pescar juntos y estén horas y horas en silencio, sin que por ello estén enfadados.
Si después de estas líneas tú lo entiendes un poco más, felicidades, te vas a librar de muchos problemas. Si aún no lo entiendes, procura al menos admitir que es así y verás cómo te libras igualmente de muchos problemas.

Deja a tu hombre en paz cuando está en silencio y te adorará por ser la mujer de sus sueños, que lo respeta y lo comprende. Escucha a tu mujer y estará segura de que eres el hombre más maravilloso que pudo haber encontrado porque la entiendes y la quieres.