Dos gotas de agua…. O de veneno
Dos gotas de agua…. O de veneno
Una antigua historia cuenta que hace muchos muchos años, violaron a una pobre adolescente, quien por miedo y vergüenza, no se atrevió a decir nada a sus padres ni amigos. Como consecuencia de la violación quedó embaraza, y era tal su temor a la reacción de la familia, que prefirió esconder el embarazo y tener al hijo en secreto. Era pobre, no tenía medios para sacar al futuro niño adelante y decidió buscar quién lo llevase para educarlo.
Cuando dio a luz, salieron de su vientre dos preciosas niñas idénticas. Quienes las vieron aseguraban que eran como dos gotas de agua; lloraban al mismo tiempo y exactamente igual, reían de la misma manera, mamaban la misma cantidad de leche, dormían y se despertaban el mismo tiempo. Semejaban ser una misma persona ocupando dos cuerpos idénticos entre sí.
La madre se debatía entre la alegría de contemplarlas y el desgarro brutal de separarse de ellas cuando apenas tenían unos días, pero no tenía alternativa. Con infinito dolor buscó quién se hiciera cargo de ellas. Acudieron sendas señoras para ocuparse de las bebés. Ambas le prometieron que cuidarían a su respectiva como si fuese una princesa, que nunca le faltaría nada y que podía tener la seguridad de que su niña alcanzaría la más grande de las dichas en su casa.
Una de las señoras, efectivamente, educó a la niña con todo primor y dedicación. Desde que entró en su hogar, recibió todo tipo de atenciones y creció rodeada del cariño de sus padres adoptivos. Para suerte suya, la nueva familia, poseía los medios económicos suficientes para otorgarle una educación exquisita en las más diversas artes y sobre todo tenían una más que notable vida moral, con la que la chica fue adquiriendo y perfeccionando las mejores virtudes.
Cuando llegó la juventud, se había convertido en la más preciada joya de su tiempo. Cuantos la conocían quedaban encantados con su forma de ser, su bondad y generosidad, su inteligencia y sus virtudes, su belleza, su elegancia y su excelencia en todos los campos. Sencillamente un bombón delicioso al que todos alababan y bendecían.
Su hermana, por el contrario, cayó en manos de una delincuente de lo más atroz. Acudió a buscarla con el único fin de usarla para sus fines criminales y desde que la llevó a su casa, jamás le ofreció otra cosa que desprecios, violencia, mugre, sangre y hambre. La niña creció aprendiendo que la maldad era la única vía para existir. A su alrededor sólo encontraba dolor, odio, venganzas y muerte . A los tres años la dedicaron a la mendicidad y desde la adolescencia la obligaron a prostituirse y a colaborar en los atracos y asesinatos de los que vivía la familia. Le enseñaron que en la vida sólo triunfa el más fuerte, el más astuto, el más fiero y el menos misericordioso con los demás.
Cuando alcanzó la juventud se había convertido en una malhechora forajida, en una atracadora asesina con el rostro marcado por las abominables cicatrices de la depravación. Una mujer a quien todos deseaban ver colgando de una soga en la plaza de cualquier ciudad y de quien cualquier persona huía apenas la reconocía.
Las antaño dos gotas de agua ya no tenían nada que ver entre ellas.
Cuando los antiguos contaban esta historia, solían terminar con una interesante pregunta: ¿cómo sería cada una de estas dos gotas de agua, si el día que la entregaron la hubiese cogido la otra mujer?