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Lenguaje directo VS indirecto

  • publicado por Rubén Darío Pulido
  • Categorías Artículos, Relación de pareja
  • Fecha 10 marzo 2021
  • Comentarios 0 Comentarios

Lenguaje directo (ellos) VS indirecto (ellas)

Nos expresamos de forma diferente

Una de las diferencias más notables entre la femineidad (mujer) y la masculinidad (hombre) es la forma de hablar. Nuestra manera de percibir la realidad difiere de forma patente, y eso se expresa a la hora de comunicarnos. Son diferencias evidentes para quien está atento, pero para muchas personas resultan desconocidas y esa ignorancia les condena a pasarse la vida perdiendo el tiempo y las energías en discusiones estériles que sólo sirven para erosionar la convivencia e ir apagando la llama del amor.

No es raro escuchar a grupos de hombres y de mujeres partirse de risa con chistes en los que se ridiculiza al otro sexo por su manera de comportarse o de expresarse. No resulta nada extraño, desgraciadamente, escuchar a las mujeres decir que los hombres son tontos, o viceversa, cuando en realidad el único problema es que no entendemos el lenguaje del otro sexo o no somos capaces de descifrar sus mensajes debido a los filtros propios de nuestro sexo.

Sería muy necesario en nuestra sociedad una educación en estas diferencias (en lugar de repetir machaconamente la aberración de que somos iguales) y dado que no nos la imparten, nos resulta necesario estudiarlas por nuestra cuenta.

De la observación entre los dos sexos, se pueden extraer varias diferencias que resultan claves a la hora de relacionarnos.

Lo masculino usa un lenguaje directo y preciso, lo femenino indirecto y relacional

Generalmente, los hombres orientan sus acciones y basan sus pasatiempos en realizar cosas, mientras que las mujeres prefieren por lo general charlar y meterse en actividades que requieran interrelación social. Basta acudir al patio de cualquier colegio para encontrar a la mayoría de los chicos dedicados exhaustivamente al deporte o a juegos que requieran competición de habilidades de precisión espacio-temporal (precisión para meter una pelota en algún sitio, precisión con la puntería, precisión para manejar algún aparato) mientras que la mayoría de niñas se encontrarán en pequeños corros, sentadas charlando sobre temas de sus vidas y relaciones, o en juegos que requieran interacción de unas con otras.

Debido a esa inclinación natural, los hombres desarrollan un lenguaje donde lo que prima es la precisión. (necesito cortar la madera a 5,5 centímetros, el trato es que tú traes 51,3 y yo aporto los 48,7 restantes). No es en vano que a los hombres les gusten los oficios en los que la precisión sea la base de la acción, como pilotos, ingenieros aeronáuticos, arquitectos o conductores de coches.

Las mujeres, por contra, necesitan un lenguaje que cree relaciones y les introduzca en la vida emocional de los demás. No buscan resultados prácticos en el sentido de precisión material, sino crear a su alrededor un ambiente en el que todos estén bien y a gusto. Por ello, generalmente la mujer usa circunloquios, sugerencias y preguntas, de forma que deja al otro expresar cómo se siente y qué es lo que más le gusta. No en vano, las profesiones que requieren habilidades sociales, una gran empatía, o trato con niños estén abrumadoramente dominadas por las mujeres. Maestras de primaria, enfermeras, psicólogas, trabajadoras sociales, azafatas etc…

Al hombre por el contrario, le gusta expresar las cosas lo más claras posibles en orden a que la ejecución material sea perfecta, sin importarle tanto el que la otra persona se encuentre bien o mal.

Si una pareja está pensando qué hacer por la noche y al hombre le apetece ir al cine, seguramente le diga a la mujer:

“vamos al cine, que ponen una película muy buena”

“lo mejor que podemos hacer es ir al cine, que va a estar muy bien”

¿qué tal si vamos al cine?

A la mujer estas frases le pueden sonar a imperativo, a plan establecido sin contar con ella o a desconsideración por indicar lo que a él le gusta sin permitir que ella sugiera otras opciones. El hombre las considerará frases acertadas por estar expresando de manera clara y precisa su opinión, siempre abierta a que ella proponga otra posibilidad y demuestre que es mejor que la que él menciona.

Si es la mujer la que lleva la iniciativa y quiere proponer una salida al cine muy probablemente use alguna de estas expresiones:

“hace mucho tiempo que no vamos al cine”

“¿crees que haya algo bueno hoy en el cine?”

“las películas del cine han mejorado mucho últimamente”

Ella sentirá que ha propuesto claramente su deseo de ir al cine, además de haberlo expresado con elegancia y finura, preocupándose de los sentimientos de su marido.

Si realiza la propuesta a otra mujer, ésta última captará inmediatamente que desea acudir a la sala de proyecciones. Sin embargo el marido, si está poco avezado en el lenguaje indirecto (lo cual sucede muy a menudo) seguramente no entienda que ella quiere ir al cine. Analicemos las frases desde la mente rigurosa y precisa del hombre.

La primera frase “hace mucho tiempo que no vamos al cine”, para el hombre simplemente comunica un periodo de tiempo sin acudir a las salas de proyección. Tiene el mismo valor que si hubiera dicho que hace mucho que no llueve. Al hombre no se le ocurre que sea un deseo de ir al cine con él, como la otra frase no sería un deseo de que él haga que llueva. Lo que para ella es una evidente invitación y un deseo, para él no es más que una expresión portadora de una información concreta.

La segunda “¿crees que haya algo bueno hoy en el cine?” indica una curiosidad por la calidad de las películas que hoy van a proyectar, no un deseo de acudir a ellas. Es lo mismo que preguntar ¿crees que la cosecha de patatas en Madagascar será buena este año? El hombre –aunque a las mujeres se les haga imposible– no ve en ello una invitación al cine por ningún lado, como en la segunda tampoco verá una invitación ni un deseo de ir a Madagascar a ver la cosecha de patatas.

La tercera frase “las películas del cine han mejorado mucho últimamente” le suena a “la selección española de fútbol cada vez marca mejores goles”, es decir, otra opinión que nada tiene que ver con ir al cine.

La mujer, necesita hacer un esfuerzo por entender la mente rígida y precisa del hombre en sus comunicaciones; haría muy bien en dejar claro el tema que está tratando, expresar sus deseos de forma concreta y no sentirse ofendida cuando el hombre habla sin circunloquios ni suavidades. Por otro lado, debe tener en cuenta que el hombre agradecerá enormemente la claridad y la omisión de los circunloquios, aunque ella tenga la impresión de que está siendo ruda o descortés con él.

Otra opción es utilizar el circunloquio y luego añadir la información concreta

“Pepe, hace tiempo que no vamos al cine, ¿qué tal si vamos hoy por la tarde?”

“¿crees que haya algo bueno en el cine? Me gustaría ir contigo hoy a ver algo”

“las películas del cine han mejorado mucho últimamente, ¿vamos hoy juntos y buscamos una buena película?

Un hombre inteligente, por su parte, procurará comunicarse con su mujer suavizando sus opiniones y deseos con pequeñas circunlocuciones que otorguen amabilidad a la expresión, tales como los tiempos condicionales de los verbos (me gustaría, quisiera, estaría bien…) o adverbios de cantidad que quiten radicalismo a la expresión (un poco, bastante, así más o menos…), por otra parte, entenderá que la mujer se expresa por naturaleza con un discurso indirecto, por lo que adaptará su mente a él y aprenderá a leer entre líneas.

Con pequeñísimos cambios, la mujer se sentirá tenida en cuenta y no leerá entre líneas mensajes de egoísmo y desconsideración. Por ejemplo:

“vamos al cine, que ponen una película muy buena”, se puede cambiar por “¿te apetece ir al cine? ponen una película que creo que te va a gustar”

“lo mejor que podemos hacer es ir al cine, que va a estar muy bien” se puede mejorar con “a ti el cine te suele gustar, si vamos te va a resultar genial”

“¿qué tal si vamos al cine?” Está mejor con un “¿te apetecería ir al cine?”

 

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