Amor Vs enamoramiento
Recordemos que amor y enamoramiento no son lo mismo. El enamoramiento, esa sensación tan extraña y maravillosa es en realidad un engaño de la naturaleza. Suena feo decirlo pero consiste en cegar la razón para unir a dos seres, de forma que procreen y continúen con la especie.
En la pubertad, época del enamoramiento por antonomasia, las hormonas comienzan a funcionar de manera loca y constituyen uno de los componentes más evidentes es el desarrollo sexual. Los cambios más evidentes están en el exterior, por supuesto, con el crecimiento de los órganos genitales, pero es mucho más asombroso el crecimiento interno; la cantidad ingente de sustancias químicas que se apoderan de nosotros sin que nos demos cuenta.
Ojo con las tiránicas hormonas.
Las hormonas van tomando el mando y en su búsqueda frenética de perpetuación de la especie, son unas auténticas pesquisidoras de fertilidad y complementariedad. Desde la adolescencia en adelante, nuestro cuerpo es un cóctel hormonal sobre el que tenemos muy poco control. La testosterona, principal responsable del apetito sexual, buscará instintivamente y sin mediación racional alguna, los complementos necesarios para nuestra necesidad de procreación. Por eso, el atractivo está siempre en ese “no sé que tiene que me hace perder la razón”. Tú no lo sabes pero tu testosterona sí. La mujer encuentra alguien que le asegura la fortaleza y salud necesarias para arropar a su futura prole en un ambiente de seguridad y bienestar; el hombre, alguien que le transmita la seguridad de que es fértil y de lo va a cuidar a él.
Cuando las hormonas toman el control, todo el cuerpo se desorganiza y nos sentimos invadidos por reacciones químicas incontrolables que emanan del cerebro cuando nos enfrentamos con la persona que cumple las expectativas convenientes. Una sola de las muchas sustancias químicas que el cerebro produce durante el golpe de estado hormonal, es la fenilalanina, relacionada con las anfetaminas, y que provoca que el corazón nos lata aceleradamente, las manos sufran una sudoración exagerada, notemos mariposillas en el estómago y tembleques por todo el cuerpo mientras nuestras pupilas se dilatan.
Y el amor eterno duró dos años….
Cuando menos esperamos, el enamoramiento nos ha obnubilado la razón hasta el punto de que no somos capaces de percibir los defectos de la persona que cae bajo su objetivo. Es un periodo en el que perdemos de vista la realidad de ese ser y nos parece tan maravilloso que queremos compartir todo con él. Este control hormonal tiene una duración aproximada de entre dos y tres años, tiempo suficiente para crear una relación entre las dos personas con consecuencias para toda la vida.
Todos conocemos alguna “bella” historia de un amigo o de un famoso que conoció una noche a una persona y descubrió que sus vidas estaban hecha una para otra. Cupido realizó su labor y en menos de un día se encontraron devorados por una vorágine de sentimientos y de placer que les arrastró inexorablemente a entregar sus almas. Todos supimos y comentamos el ardor y la locura que los envolvía, la felicidad que brillaba en sus ojos y la dulzura en cada una de sus palabras. Todos supimos que su frenesí no tenía límites y que auguraban la más feliz de las relaciones. Estaban seguros de que sus vidas estaban destinadas a unirse para siempre y, por supuesto, a las pocas semanas vivían juntos emanando felicidad por doquier. Todos supimos que poco a poco el fuego se fue apagando, que a los tres años ya había desavenencias y que cuatro años después del mágico encuentro, uno de ellos conoció una noche a una persona y descubrió que sus vidas estaban hecha una para otra. Cupido realizó su labor y en menos de un día se encontraron devorados por una vorágine de sentimientos y de placer que les arrastró inexorablemente a entregar sus almas. Todos supimos y comentamos el ardor……
Poner la inteligencia sobre el engaño del enamoramiento.
¿Entonces es malo el enamoramiento? Todos sabemos que lejos de ser malo, constituye una de las experiencias más gratificantes de la vida. Sin embargo, es importantísimo ser conscientes de sus peligros para que no nos lleve a tomar decisiones de las que nos arrepintamos amargamente.
Ante esta perspectiva, alguno podría decir que “estamos aviados” ya que incluso la naturaleza parece posicionada en nuestra contra, pero no hay dejarse llevar por el pesimismo. La misma naturaleza nos ofrece el arma infalible que constituye el complemento perfecto del enamoramiento: la inteligencia.
Si eres capaz de controlar tu enamoramiento hasta el punto de constatar defectos en el otro… entonces has vencido. Si a pesar de sus defectos le sigues queriendo y estás dispuesto a hacerlo feliz toda su vida, entonces lo amas.
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