Expresar sentimientos o información
Las mujeres expresan sentimientos, los hombres comunican información.
Otro problema muy común dentro de las parejas es el de los contenidos de las comunicaciones. Ambos sexos tienen una gran riqueza al hablar, pero con la traba de que lo hacen en dos maneras totalmente diversas.
La mujer, acostumbrada y aficionada a crear relaciones, conversa con la intencionalidad enfilada hacia los sentimientos y reacciones de la otra persona ante lo que ella comenta, por lo que sus palabras no buscan ni la literalidad ni una precisión exacta.
Son muy propias de la mujer expresiones genéricas que al hombre le suenan a falsedad o exageración como “nunca vi nada igual” “no me podía pasar nada mejor” “nunca me llevas a ningún sitio” “sólo me importa tal cosa” “todos sois iguales”. En realidad esos adverbios de tiempo o de cantidad, no significan nada numéricamente, sino que tratan de hacer ver al otro la grandeza del sentimiento que está tratando de comunicar.
Cuando la mujer recurre a la exageración “es inmenso, es eterno, no vale nada, es regalado, todo, demasiado…” no está mintiendo ni engañando, está sencillamente tratando de hacer ver lo que siente ante un determinado evento.
El hombre, por el contrario, tiende más a ser literal en sus afirmaciones, fruto de su necesidad de expresarse con precisión en los trabajos y actividades de dominio espacio-temporal “nada” significa la exclusión total y “todo” la inclusión absoluta. Cuando la mujer le comenta sus cuestiones utilizando ese lenguaje figurado, siente que no la entiende y que se contradice.
Por ejemplo, si ella quiere decirle que le gustaría tener más tiempo para conversar, no es raro que le diga: “siempre estás ocupado y nunca tienes tiempo para escucharme”
Lo más probable es que él piense: “no es cierto, no siempre estoy ocupado, pues tengo muchos ratos libres y además la he escuchado en varias ocasiones, por lo que tampoco es cierto que nunca la escuche”. Y se pondrá a recordarle la cantidad de veces que la ha escuchado y a explicarle que sí tiene tiempos libres, como aquella vez en la que hicieron una cosa juntos.
Si ella no conoce el código diverso que tienen los hombres, donde prima la literalidad, pensará que su marido no la entiende, que lo que desea es discutir o sencillamente que es tonto.
