Tilín tilín o tolón tolón
Tilín tilín o tolón tolón
Venancio, el viejo del pueblo, estaba como todas las tardes dormitando en su escaño, a la entrada de la casa. A sus casi cien años, pocas cosas le quedaban ya por aprender y solía sentarse en su lugar favorito a rumiar lo que casi un siglo de experiencia le había aportado, y a disfrutar del suave sopor vespertino que sumerge en la dulce inconsciencia a quien se entrega a él.
Hallándose en tal tesitura, se sentó junto a él Felisa, su nieta de treinta años, y le comenzó a comentar lo feliz que estaba de ver que su hermana – y por tanto nieta también de Venancio – estaba profundamente enamorada de su novio.
Ella hablaba con pasión, él dormitaba. En un momento dado, Felisa le dio un codazo cariñoso y le preguntó:
– Abuelo, ¿me estás escuchando?
– Sí, sí, claro, ¿qué me estás diciendo? – respondió él aún medio dormido
– Que tu nieta Clara está profundamente enamorada – le gritó ella para asegurar que la entendiera.
– Ahhhhh !– exclamó él fingiendo interés
– Da gusto verlos así – le volvió a gritar ella con entusiasmo
– ¿Y dices que se quieren mucho? – preguntó él un poco escéptico
– Sí – contestó ella juntando las manos – y me comentó que cada vez que ve a su galán, el corazón le da un vuelco y le hace un “tilín tilín” que le inunda de felicidad todo su cuerpo.
– ¿Tilín tilín? – preguntó él abriendo un ojo – eso no es todavía amor. Espera unos cuarenta años, y si entonces el corazón les hace a los dos “Tolón tolón”, entonces es que de verdad se querían.
Felisa, al inicio, no sabía si reírse o no. Tuvo la impresión de haber escuchado algo sumamente serio.
Venancio volvió a cerrar su ojo y continuó rumiando la vasta sabiduría que le había proporcionado casi un siglo de existencia.