Un truco que salva muchas parejas
Recordar qué es lo que enamoró al otro.
El cuidado del amor pasa, de nuevo, por el cerebro. Si por un lado es importante fijarse en lo positivo del otro y valorarlo, de forma que nos mantengamos en una actitud positiva hacia la pareja, por otro, hay que mimar el esfuerzo constante por agradar al otro continuamente, por hacerle revivir aquellos momentos de dicha que crearon el lazo; aquello que le enamoró.
Durante el noviazgo, hemos descubierto pequeños detalles que llenaban de alegría al otro. ¿Porqué no repetirlos? Hay personas que incluso poseen –a escondidas– una pequeña lista de los detalles que creaban ese efecto revolucionario: el tipo de bombones que le gustan, ese pastel cuyo nombre, por sí solo ya le hace la boca agua, las flores por sorpresa, aquel lugar junto al río que le encantaba, la broma que tanto le hacía reír, su música y películas favoritas, los recuerdos que le ponen feliz, las caricias que rememoran algún evento especial y un largo etcétera que pertenece a la historia secreta e íntima de cada pareja.
Hay muchos detalles que son capaces de traer a la memoria las representaciones internas de aquella felicidad que cautivó a los dos en los inicios de la relación. ¿Porqué no otorgarles el protagonismo que se merecen, cuando sus efectos pueden resultar tan renovadores?
