Hasta la cárcel puede ser fructuosa
Un soldadito que supo aprovechar el infortunio
El 26 de septiembre de 1575, un bravo soldado español, brillante vencedor a las órdenes de Don Juan de Austria en “la mayor ocasión que vieron los siglos”, según sus mismas palabras, acaba con sus huesos en una de las más hórridas cárceles que existían en el orbe; la de Argel. Se trataba de un tugurio donde entre piojos y pulgas se hacinaban 25.000 cristianos, cautivos y esclavos de Dali Mamí, el pérfido corsario turco que gozaba con la tortura y la rapiña. Quien no moría por las mortales enfermedades que campeaban allí a sus anchas, lo hacía por inanición o ejecutado. La única posibilidad de vida era ser rescatado por los monjes trinitarios o la corona, previo pago exageradamente oneroso al captor.
El valeroso soldado, con cartas de recomendación del mismísimo hermano del rey y salvador de occidente en Lepanto, Don Juan de Austria, se ve ahora avocado a un futuro incierto. La muerte le acariciará el rostro cada vez que despierte y el recuerdo del hogar será cada vez más difuso. El prisionero de quien hablamos es nada menos que don Miguel de Cervantes Saavedra.
¿Qué hizo don Miguel ante ese pavoroso escenario? ¿resignarse y llorar? Más bien todo lo contrario. Intentó fugarse cuatro veces – dos por tierra y dos por mar – con su hermano Rodrigo, sabiendo perfectamente que cada intento estaba sancionado con pena de muerte.
Por otra parte, Cervantes estudia, anota y comprende las extrañas y nuevas formas de entender la existencia de quienes están con él. Analiza las realidades, creencias y costumbres que encuentra entre los prisioneros y los musulmanes con los que trata. De estas anotaciones, saldrán luego novelas ejemplares tan fantásticas como El trato de Argel, Los Baños de Argel, El gallardo español o Los trabajos de Persiles y Sigismunda.
Cuando en 1580 fue rescatado por fray Juan Gil y Fray Antón de la Bella, padres trinitarios que aportaron la suma de 500 ducados (equivalente 20.000 euros actuales) regresó a España. Años más tarde, debido a por falsas acusaciones provocadas por la envidia volvió a ser encarcelado. Esta vez en Ciudad Real. ¿Otra vez en la cárcel? ¿no será demasiado? ¿no tendrá derecho esta vez a llorar, renegar y desesperarse? Según él no. para él la nueva reclusión se convirtió en otra oportunidad; aprovechó para escribir la obra cumbre de la literatura universal: el Quijote.