Tus valores son tu vida
El mejor alimento para el lobo: Tus valores. Dale los mejores
Quien tiene claros los valores que busca sabe lo que quieres en tu vida. No se debe tener miedo de buscar la excelencia ¿qué tipo de persona quiero ser y a quién quiero a mi lado? ¿no quiero ser una persona excelente y tener a mi lado personas excelentes? Pues voy a caminar sólo en esa dirección y con los valores que me lleven a ese destino.
Uno de los problemas a la hora de buscar pareja y compañeros de vida y trabajo, es que pensamos que no vamos a encontrar a nadie tan perfecto como lo que buscamos. Juzgamos que si tiramos demasiado alto, nunca hallaremos a esa persona que deseamos para nuestra vida. Nos da la impresión de que pedimos el cielo y que nunca lo vamos a encontrar.
Es cierto que ese personaje perfecto con el que soñamos, tiene muchas probabilidades de no presentarse de verdad en nuestra vida, pero ¿hasta dónde podemos buscar? ¿cuáles son las cualidades que para mí son esenciales y a las que no puedo renunciar so pena de vivir infeliz toda mi vida?
Dado que no puedo tener todo, elijo lo que más se acerque a lo que deseo
Esos príncipes o princesas de los cuentos andan más bien escasos, y los personajes de carne y hueso nos obligan a elegir entre una gama de cualidades donde muchas veces falta la que más gusta. ¿Es realmente imprescindible que la persona que busco sea rica, tenga un cuerpazo y esté lleno de ternura, o puedo prescindir de una de estas tres? ¿cuál de ellas quitaría si tuviese que elegir? ¿prefiero alguien simpático o sincero? ¿inteligente o generoso?
Entramos aquí en uno de los campos más importantes en la vida, en uno de los aspectos clave a la hora de decidir quiénes somos y cómo queremos vivir: los valores. En este apartado, tenemos que andar con pies de plomo porque no nos jugamos mucho, sino todo.
Tú eres lo que sean tus valores
Los valores son el motor de nuestra vida, son los que nos crean la armonía o el desasosiego interior, son lo que nos hace ser nosotros mismos, son nuestro código de funcionamiento, son nuestro combustible interior. Si un coche funciona con gasolina, échale gasolina y no diésel, porque si no lo estropeas. Si tus valores son A, aliméntate de A, porque si echas B, no funcionas.
Los valores son tus creencias más importantes, las personales, las íntimas, las que te mantienen en pie porque te dictan lo que es bueno y lo que no, lo que es justo y lo que no, lo que es veraz y lo que no. Son la guía de tu actuar, la brújula de tus decisiones, el motivo de tu ser. Son los conceptos hacia los cuales necesitamos tender necesariamente para ser nosotros mismos.
Nuestros valores nos dan una fuerza especial y un coraje único para enfrentar la vida. La persona más débil físicamente se convierte en una fiera a la hora de defender a sus hijos, su principal valor, y un ejército de hombres que luchan desesperadamente por defender su patria y sus familias, siempre será más enérgico y entregado que un grupo de mercenarios.
Admiramos a los que tienen valores altos.
Si haces un recuento de las personas a las que más valoras y admiras de tu vida, sean contemporáneos o personajes de la historia, te darás cuenta que son aquellos que han sacrificado algo de su existencia – a veces la vida misma – por la consecución de un valor que consideraban más importante. Puede ser la familia, la sinceridad, la lealtad, la patria, la fe, el honor, la bondad, la justicia, la defensa del débil, la generosidad…… hay cientos de valores y cada uno tiene una pequeña lista en la mente de los que le resultan sagrados y por lo tanto inviolables.
El ser plenamente tú mismo, sin estar dividido, va a depender de la congruencia con tus propios valores. Ellos van a marcar tu estilo de vida, van a dictarte qué elegir, qué evitar, cómo juzgar cualquier circunstancia o doctrina. Por ellos vas a decidir qué es saludable y qué nocivo para tu salud física e interior. Por los valores que tengas, vas a decidir qué comprar, qué vestir, qué amigos tener, a dónde viajar, incluso qué comer y más importante que todo esto: con quién deseas pasar el resto de tu vida.
¿Cómo se adquieren los valores?
Los valores nos vienen de la experiencia de la vida y los adquirimos por el simple instinto de “esto es bueno y esto es malo”. Los primordiales los alcanzamos en los primeros años de la vida, en la familia. Nuestros padres nos premiaban cuando hacíamos algo bueno (decir la verdad, esforzarnos, compartir, obedecer…) y nos reprendían cuando preferíamos algo malo (gritar, mentir, desobedecer…) de esa forma, nos fuimos creando esquemas básicos del bien y del mal que se nos fueron grabando en el subconsciente.
Más adelante, al llegar a la escuela, tuvimos el primer choque de valores: nos dimos cuenta que la manera de actuar y de evaluar las cosas por parte de otros niños no era exactamente la nuestra. Tuvimos que elegir entre lo experimentado en casa y lo que observábamos en los compañeros. Al inicio, contábamos en casa las cosas “raras” que veíamos en la escuela y nuestros padres nos mostraban las diferencias, normalmente sin importancia.
Al llegar la adolescencia, los choques de valores se agudizaron de forma más radical. Llegamos a esa edad en la que lo más importante es ser admitidos por el grupo – no olvidemos que los adolescentes sienten la necesidad de vivir en tribu – y normalmente en el grupo gobierna el más trasgresor de los valores aprendidos en la casa.
¿Qué hago? ¿Sigo lo aprendido en la familia y la escuela o lo que me dicta el líder: fumar, no estudiar, decir palabrotas…..? la gran mayoría de los adolescentes se encuentra ante la disyuntiva de elegir entre seguir los valores adquiridos o entrar por la senda de los antivalores. Optar por lo primero lleva a quedar como el rarito y lo segundo a optar por lo que sabemos que está mal y hacer de ello nuestra bandera para ser admitidos y sentirnos parte del clan juvenil.
Más tarde, en la juventud, llega el momento de adquirir valores propios y personales a través de los libros y de nuevas personas que nos forjan el carácter con sus palabras y hechos. Después, en el trabajo, nos damos cuenta de lo importante que es conocer los valores de los jefes para ser admitidos y prosperar en la empresa. Si sigues el código establecido subes, si no, te rechazan. Muchas veces la disyuntiva consiste en ser uno mismo o vender la dignidad por un puesto o un sueldo.
Al final ellos son nuestro autoconcepto
A fin de cuentas, nuestros valores son la elección de aquellos comportamientos que nos procuran una imagen de nosotros mismos, basada en lo que es bueno o malo, según el juicio de quienes nos acompañaron en nuestra formación. Se podría decir que son la autodefinición que nos hemos procurado, la imagen personal que nos parece más adecuada como tarjeta de presentación ante los demás y ante nosotros mismos.
Están en continua evolución y se pueden cambiar con los pensamientos
Los valores son los más sagrado que llevamos dentro, pero no por ello son inmutables. Nuestra trayectoria vital y nuestras experiencias nos van aportando nuevos datos con los que evaluar la realidad y esto conlleva variaciones en nuestros juicios de valor.
Un ejemplo de la importancia de los valores, lo tuvimos Estados Unidos de Norteamérica.
Este gran país, tuvo a gala durante siglos presentar una autoimagen de país rico y poderoso donde el triunfo y el éxito personal consistía en tener gran cantidad dinero y poder . Nos presentaban a través de sus películas y canciones que su estilo de vida – “the american way”, como a ellos les gusta llamarlo – era el mejor para ser felices.
En la década de los noventa del siglo pasado, se dieron cuenta de que estaban errando el camino y que esa búsqueda frenética de dinero, fama y poder estaba desembocando en una adicción al trabajo que alejaba a las personas de la familia y de las amistades. Por eso las películas norteamericanas de los años noventa están plagadas de ejemplos de personas que cifraban el valor de su ser en el trabajo y la riqueza y acababan comprendiendo que al final lo que cuenta es el amor de la familia y que allí es donde encontraban su verdadera humanidad. Se trató de un esfuerzo conjunto de todo un país -nada menos que de la primera potencia mundial – para dar un giro a los valores de su población.
¿Conozco cuáles son mis valores?
La pregunta que nos deberíamos hacer a estas alturas es ¿cuáles son mis valores? Si son el motor de mi vida y lo que me impele a actuar, incluso de forma inconsciente, me conviene conocerlos. El drama de muchas vidas consiste en no saber porqué se hacen ciertas cosas. Sienten que les vence una especie de impulso automático y de manera natural emprenden acciones o defienden posturas que tal vez no entienden del todo. La respuesta a esta manera de actuar son los valores que se han ido creando y que actúan automáticamente en ellos.
Los valores llegan a ser algo tan trascendente que nos llevan a desconfiar de las personas y culturas con costumbres diferentes y nos hacen incluso sentir incómodos ante su presencia. No hace falta explicar la cantidad de conflictos, guerras, marginaciones y discriminaciones que ha habido a lo largo de la historia por la simple creencia de que los valores de mi cultura son mejores que los de la de al lado.
En la vida de la pareja, muchos de los conflictos, normalmente los más importantes, viene por no tener clara la propia jerarquía de valores y, sobre todo, la de la persona que vive con nosotros. Para tratar con eficacia a una persona y crear un ligamen estrecho y firme con ella, debemos saber qué es lo que más le importa, para adelantarnos a su comportamiento en prácticamente todas las circunstancias, evitando así multitud de enfrentamientos e incomprensiones. Quiero amar a esta persona y hacerla feliz, ¿qué mejor manera de hacerlo que saber cuáles son sus preferencias y sus valores? Quiero que esta persona me ame y haga feliz ¿qué mejor manera que dejarle claro cuales son mis preferencias y mis valores?
Un ejercicio para descubrir los propios valores.
Vamos a tratar de descubrir cuáles son esos valores que guían tu vida y la de tu candidato a pareja. Es una tarea sencilla y hasta divertida. Lo primero es coger una lista de valores y puntuar cada uno de cero a diez, según el grado de interés que te despierte. Aquí te presento varios de los más comunes en nuestra sociedad:
Abundancia |
Aceptación |
Actividad |
Adaptabilidad |
Afectividad |
Agilidad |
Agresividad |
Alegría |
Alerta |
Altruismo |
Amabilidad |
Ambición |
Amistad |
Amor |
Aprecio |
Aprender |
Armonía |
Arriesgar |
Arte |
Asertividad |
Atractivo |
Atrevimiento |
Audacia |
Autocontrol |
Autorespeto |
Aventura |
Belleza |
Benevolencia |
Bienestar |
Calidad |
Cambio |
Caridad |
Ciencia |
Comodidad |
Compasión |
Competencia |
Complejidad |
Compostura |
Compromiso |
Conciencia |
Conexión |
Confianza |
Conformidad |
Congruencia |
Conocimiento |
Continuidad |
Control |
Convicción |
Cooperación |
Coraje |
Creatividad |
Crecimiento |
Cuidado |
Curiosidad |
Dependencia |
Desafío |
Descansar |
Descubrimiento |
Destacar |
Determinación |
Diferencia |
Dignidad |
Diligencia |
Dinero |
Disciplina |
Discreción |
Disposición |
Diversión |
Dominancia |
Educación |
Efectividad |
Eficiencia |
Elegancia |
Empatía |
Encanto |
Enseñar |
Entretenimiento |
Entusiasmo |
Equilibrio |
Espiritualidad |
Espontaneidad |
Estabilidad |
Excelencia |
Éxito |
Experiencia |
Extroversión |
Fama |
Familia |
Fe |
Felicidad |
Fortaleza |
Fracasar |
Ganar |
Generosidad |
Gratitud |
Habilidad |
Heroísmo |
Humor |
Independencia |
Individualidad |
Influencia |
Inspiración |
Inteligencia |
Intensidad |
Intentar |
Introversión |
Intuición |
Invención |
Justicia |
Juventud |
Lealtad |
Libertad |
Liderar |
Logro |
Longevidad |
Madurez |
Matrimonio |
Modestia |
Motivación |
Naturaleza |
Optimismo |
Orgullo |
Originalidad |
Pasividad |
Perfección |
Perseverancia |
Pesimismo |
Placer |
Poder |
Popularidad |
Pragmatismo |
Preparación |
Privacidad |
Proactividad |
Profesionalidad |
Prosperidad |
Prudencia |
Pureza |
Racionalidad |
Rapidez |
Realismo |
Reconocimiento |
Resistencia |
Respeto |
Responsabilidad |
Sacrificio |
Salud |
Satisfacción |
Seguir |
Seguridad |
Sensualidad |
Sexualidad |
Silencio |
Simplicidad |
Soledad |
Solidaridad |
Superación |
Trabajo en equipo |
Tranquilidad |
Valentía |
Verdad |
Vigor |
Visión |
Vitalidad |
Voluntad |
Voluntariado |
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Una vez realizada esta valoración, coge los que tengan la máxima puntuación y vuelve a ponerlos de cero a diez, pero comparándolos entre ellos, sin contar los que al inicio no llegaron al diez. Si al final hay varios que sigan empatados en lo más alto, pregúntate directamente cuál es el importante para ti. Si, por ejemplo, han quedado el amor, la responsabilidad, el confort, la salud, la alegría, el trabajo y la amistad, te puedes preguntar ¿qué es más importante para mí tener un buen trabajo o tener un amor auténtico? Si ha ganado el amor ¿qué es más importante para mí tener un amor o estar alegre? Y así, enfrentando el ganador a los demás valores, obtendrás cuál es tu valor fundamental. Si continúas emparejándolos, encontrarás cuál está por encima y cuál por debajo en la lista y habrás descubierto tu jerarquía de valores.
Buscar a quien tenga tus mismos valores te garantizará una vida en armonía
Si haces lo mismo con tu pareja, tu socio, tu amigo, tendrás ante ti sus valores para barajar si son o no compatibles con los tuyos y en caso positivo encontrar la fórmula para que ambos se complementen otorgando la armonía necesaria para estar juntos. Esto es muy importante, pues muchas veces una relación se erosiona y llega a perderse aparentemente “sin saber porqué” cuando en realidad el motivo es que se ha descuidado un valor que para la otra persona resulta vital. A veces se trata de lo más trivial, como puede ser el orden de la casa, la relación con los vecinos, las vacaciones o la manera de preparar la comida. Una persona puede ser muy amorosa, cordial, alegre, rica, trabajadora y poseer muchas más cualidades valiosas, pero si no es ordenada, y a su pareja el orden le resulta primordial, con el paso de los días la relación puede resultar insoportable.
El conjunto de los valores es la base de toda amistad y más aún de toda relación amorosa. Cuando los valores coinciden o son muy parecidas, la relación podrá durar toda la vida, pero si son totalmente distintos, la convivencia será tan difícil que la pareja poseerá pocos visos de triunfo. Por ello, es necesario realizar un esfuerzo por conocer intereses del otro y dar a conocer los propios, para tratar de establecer los puentes necesarios entre ellos y unir las tendencias de las dos personas.
La base de toda relación duradera, enriquecedora y estimulante consiste en asegurarse de que los valores de ambos son compatibles, y una vez asegurado eso, procurar promover y satisfacer los más importantes de la otra persona.
Si eres capaz de descifrar los ideales que mueven a quien está contigo, tienes en tu mano la clave de la felicidad de la pareja. Obrando de cara a ellos, tratando de respetarlos e incluso de fortalecerlos, conseguirás que todo vaya sobre ruedas; si por el contrario realizas acciones que provoquen conflictos con los valores del otro, arruinarás todo el edificio de la relación. Los valores determinan qué conductas funcionarán y cuáles no, cuáles llevarán a la armonía y cuáles a la ruptura.
Una manera muy práctica y útil de conocer la escala de valores de otra persona, es escucharle. Los valores están tan arraigados en la mente, que salen a relucir en muchas de las conversaciones que se llevan a cabo. No olvidemos que de la abundancia del corazón habla la boca, y en las conversaciones irán saliendo términos como la confianza, el amor, la sinceridad, la compenetración, el valor, el dinero,el poder, la diversión, la libertad.… te irá poniendo en bandeja cuáles son su preferencias y jerarquías.