Trazarse un plan de vida
¿Sé a dónde voy en la vida?
Cuando sales de viaje, es porque vas a algún sitio (salvo si se sales simplemente a dar una vuelta); si pintas un cuadro, conoces cuál debe ser el resultado que deseas; si comienzas cualquier actividad lo haces para lograr algo. Cuando hacemos algo, tenemos un fin y ponemos los medios para ello. Sabemos que cuando el fin está claro, es fácil poner los medios.
¿Hacemos lo mismo con nuestra vida? ¿y con nuestra relación de pareja? ¿alguna vez nos hemos parado a pensar exactamente cómo quiero que sea mi vida? ¿y mi vida dentro de una relación? ¿tengo claramente diseñado mi día a día? ¿qué necesito para ser feliz en una vida compartida? ¿a dónde exactamente quiero llegar? ¿qué medios tengo que poner para ello? ¿qué obstáculos me impiden llegar allí? ¿qué debo hacer para esquivar o superar esos obstáculos? ¿Cuánto tiempo necesito para alcanzar ese ideal? ¿qué tipo de persona requiero a mi lado para llegar allí?
Son preguntas que deberían constituir el abc de nuestro devenir como personas, pero más aún cuando pensamos en nuestra vida emparejada. ¿Porqué planeamos tantas actividades y facetas de la vida y descuidamos la más importante que es la vida misma?
Coge lápiz y papel y traza la ruta de tu vida
Existe un ejercicio muy sencillo pero muy comprometedor que todos deberíamos realizar una vez en la vida y revisar al menos cada año. Se trata de sentarse cómodamente en su lugar tranquilo – si es tu lugar favorito mejor – ese sitio donde nada te distrae, donde te sientes plenamente en sintonía con tu ser. Una vez allí, olvídate de todas los problemas y asuntos que tengas en la cabeza y dedica la mente al planear la propia existencia. Se trata de trazar la ruta, simplemente.
Dedicar un tiempo a examinar dónde estás, pero sobre todo, a determinar dónde quieres estar y a dónde quieres llegar con tu vida. Si vas a buscar pareja, a dónde quieres llegar con ella y cuáles son tus expectativas vitales con esa persona. Todo esto, por supuesto, dentro del realismo de las posibilidades que están en tu mano. Sería inútil planear algo basado en “si me toca la lotería” o soñando con una profesión para la que no tengas las cualidades mínimas (no sueñes ser deportista de élite si pasas de los 30 y no has ni empezado).
Dicho de otra manera.
¿cómo me gustaría ser y estar cuando tenga 60 años?
¿y cuando tenga 80?
¿y cuando tenga 90?
¿dónde exactamente me gustaría vivir?
¿en qué quiero trabajar?
¿qué tipo de persona quiero tener entonces a mi lado?
¿cómo querré estar para sentirme feliz y saber que me he realizado?
¿cómo me gustaría que me tratasen?
¿qué estilo de vida me gustaría llevar?
Son preguntas importantes, que si eres capaz de responder, te servirán para poseer ese objetivo vital que oriente cada una de tus decisiones a un fin concreto y te impida disipar las energías en distracciones o en errores de los que arrepentirte en el futuro.
Clarificadas las respuestas, se puede entrar en los detalles sensoriales de la futura vida que quieres construir:
¿Cómo sería un día perfecto en mi vida, hora a hora cuando tenga 40, 60 u 80 años?
¿Con qué tipo de persona me gustaría poder conversar?
¿Qué tipo de actividades me gustaría realizar y con qué tipo de persona quisiera compartirlas?
¿Qué me gustaría ver, oír, sentir, saborear?
Es importante responder a cada una de estas preguntas de la manera más concisa y detallada posible. Es interesante poner en ella todos esos sueños que tantas veces llegan a la mente y que nunca nos paramos a pensar. ¿puede mi pareja, ayudarme a cumplir mis sueños? Si sueñas con ir un día a Venecia, ponle una fecha a ese viaje y empieza a preparar lo que haga falta para cumplir con ello. Si tu sueño es formar una familia con niños, empieza a organizar tu vida en base a ellos y en la medida de lo posible, ponle también fecha.
Para convertir un sueño en proyecto sólo hay que ponerle una fecha
Ahora deja de leer y visualiza con tu imaginación el modo en el que gustaría pasar tu vida. Hazlo de la manera más nítida y cristalina posible que seas capaz. Contémplate transcurriendo tus días de ese modo feliz.
¿Ya lo has hecho? Es importante que te contemples feliz y realizado. Dedica a ello todo el tiempo que te sea posible. Si ya los has hecho, entonces da el siguiente paso que es plantearte convertirlo en proyecto de vida.
Traza tu sendero siempre en positivo
Y hazlo de forma afirmativa. No lo que te gustaría evitar, sino lo que realmente quieres hacer, sé concreto para que te enamores de tu proyecto de vida, siente ya el placer de haberlo conseguido. ¿cómo te sentirías si ya estuvieses en esa situación? Paladéala, disfrútala, siéntela, zambúllete en las sensaciones que te da imaginarte en ese mundo feliz al que aspiras y al que puedes llegar.